jueves, 29 de marzo de 2012

martes, 27 de marzo de 2012

Huyendo


No sé por qué he tardado tanto en dedicarle una entrada a una de las bandas por las que más admiración siento. The Jayhawks siempre han estado ahí, desde que los descubrí gracias a mi apreciado amigo Paco, una enciclopedia humana de música, cuando me prestó el enorme Tomorrow the green grass allá por el año 1999. Y puedo aseguraros que disfruté este disco como un enano, aquellas dos voces que se complementaban tan bien, ese sonido rock perfectamente actualizado y a la vez respetuoso con la mejor música tradicional americana, y esas canciones… ¡qué canciones!

A continuación, llegaron otros discos como Sound of lies, el irregular Smile o el gigantesco Rainy day music, que aunque ya no contaban con Mark Olson, sin duda eran enormemente disfrutables. El tiempo dedicado a sus nuevos trabajos lo acabé compaginando con la tarea de rescatar los que habían sacado anteriormente a mi descubrimiento, deleitándome especialmente con el genial Hollywood Town Hall, otro de sus discos imprescindibles.

Así, Tomorrow the green grass junto a Hollywood Town Hall y Rainy day music son, en mi opinion, los discos fundamentales para conocer el importante papel que ha desempeñado esta banda dentro del rock americano actual. Aunque canciones como la que nos ocupa o “Blue”, “Miss William Guitar”, “Two hearts”, “Bad time” o “Ann Jane”, entre otras, hacen que sea este álbum el verdadero eje de toda su discografía en torno al que gravitan el resto de discos.

Y perdonadme si no menciono su último disco, Mockingbird time, que aunque no merece estar entre los tres mejores, creo que se ha infravalorado mucho, ya que mantiene una línea más que digna de regularidad durante todo el álbum, incluyendo canciones de auténtico relumbrón como “Hide your colours” o “She walks in so many ways”.

¡Muy grandes!


jueves, 22 de marzo de 2012

Un hombre sensible


¡Qué queréis que os diga! ¡Mister Lowe envejece como el buen whiskey! Sus canciones más recientes nacen de un riguroso proceso de trabajo propio de un artesano de la música, que se dedica en cuerpo y alma a pulir sus composiciones hasta alcanzar la perfección.

No voy a negar que siempre he sentido simpatía por el de Woodchurch, pero mi admiración ha ido en aumento desde que su trayectoria musical se ha ido dejando llevar por su amor hacía la tradición musical americana. Pues desde que allá por el 2001, cuando fichó por el sello independiente Yep Roc, y firmó la carta de intenciones que suponía publicar un disco como The Convincer, Nick no ha tenido reparos en liquidar esta deuda que sentía que tenía pendiente con sus principales influencias musicales.

Si At my age marcaba una cima en su discografía, que coronaba al británico como uno de los más brillantes crooners del rock adulto actual, su reciente The old magic supera sin duda a su predecesor, ya que contiene temas aún más redondos y muestra al autor británico satisfecho de haber materializado sus propósitos en este último disco.

“Stoplight roses”, “Sensitive man”, “I read a lot”, “Restless feeling” o la fragante versión de “The poisoned rose” de su colega Elvis Costello, entre otras, son las muestras más evidentes del estado de gracia en que se encuentra un Nick Lowe, que parece disfrutar a sus 63 años de la música como nunca lo ha hecho.