lunes, 21 de noviembre de 2011

Yo y el amor y tú


No hay cómo disfrutar de un día festivo en casa, te levantas, abres las persianas, ves el día que hace (da igual sol o lluvia), te preparas un café, un par de tostadas, enciendes el equipo de música, pulsas el play y ahí están, los hermanos Avett regalándote una bonita melodía nada más despertar.

Mientras suena la canción, sujetas la taza de café humeante y dejas que la sensación confortable del calor te mantenga aislado de todo lo que hay alrededor, no oyes los ruidos del vecino de arriba, ni de la lavadora de al lado, solo disfrutas de tu bebida y de esa bella canción que habla de un viaje a través del amor.

Sabes que ella está despierta, pero prefiere seguir un rato más en la cama, sin embargo, has dejado la puerta del dormitorio abierta y le ha llegado el aroma a café, también escucha el crujir de las tostadas cuando las muerdes y, por supuesto, la música con la que has decidido empezar el día. Te pide que enciendas la calefacción, deja tiempo para que se caldee la casa y ahora sí, se levanta, se acerca cautelosamente, te besa y pide que pongas de nuevo esa canción tan bonita que lleva sonando desde que se ha despertado.


viernes, 11 de noviembre de 2011

Veo una oscuridad



El pasado 21 de octubre tuve el placer de ver, por fin, a Bonnie “Prince” Billy en directo. Tenía muchas expectativas creadas en torno a este concierto, todas se vieron superadas desde el primer momento del concierto, principalmente por el fantástico conjunto músicos que le acompañaron (entre los que se encontraba su inseparable Emmett Kelly y la vocalista Ange Olsen, entre otros), por la versatilidad vocal con la que nos deleitó, el clímax que alcanzó el concierto de total comunión con el público y, por supuesto, por el excelso cancionero seleccionado para tan celebrada ocasión. Pero si hubo un momento de esos en los que la epidermis se eriza es cuando sonaron los primeros acordes de uno de los clásicos de su trayectoria, “I see a darkness”, con el que llevó al público de inmediato a una especie de éxtasis colectivo, donde todos los congregados coreaban la canción (es reconfortante comprobar cuanta gente es capaz de disfrutar de la música de Will Oldham).

Hoy estamos a 11 de noviembre han pasado más de 20 días desde el concierto y desde ese día no he dejado de visitar la amplia discografía del genio de Louisville, prestando especial atención a sus primeros trabajos y al último, otra gran muestra de su talento y versatilidad, esta vez comprendida entre el folk y el country, con el nombre de Wolfroy Goes to Town.

Regresando a sus canciones iniciales, una de las más celebradas es “I see a darkness” del álbum con mismo nombre, que es el corte más representativo de ese folk oscuro y desgarrador que Will Oldham ha sabido convertir en su tarjeta de presentación. No he podido resistirme a oír este tema una y otra vez, por las mañanas, cuando me dirijo al trabajo en el autobús, para tratar de cobijarme de algún modo en ese halo oscuro que levantamos cuando la  rutina nos impide hacer todo aquello a lo que nos gustaría dedicarnos durante el día para sentirnos mejor, estar más tiempo con la familia, leer, dibujar, escribir, ensayar, escuchar música…, menos mal que siempre nos queda la oscuridad.

¡Y pensar que estuve a punto de perdérmelo en su visita a Madrid! Os dejo un video con la música y las letras de esta emotiva canción.